21:05 | COPA LIBERTADORES
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Una semana soñadaBoca vive días de gloria, después del Superclásico y la clasificación que logró en el Mineirao. Hoy jugó un primer tiempo impecable ante Cruzeiro y ahí selló el pase a cuartos de final, con goles de Palacio y Palermo. Después descontó Wagner, pero los brasileños no tuvieron ideas para dar vuelta la derrota (2 a 1). Atlas es el próximo obstáculo en el camino del equipo de Ischia.
Luego de ganar el Superclásico, Boca llegaba a Belo Horizonte con el ánimo por las nubes para definir el pase a cuartos en la Libertadores, frente a Cruzeiro. El triunfo por 2-1 en la ida le daba al Xeneize una ventaja que, si bien tenía gusto a poco, obligaba al local a vencer. Las más de setenta mil personas que copaban el Mineirao le daban a este decisivo partido el marco que merecía. El equipo de Ischia quería hacer privar la experiencia en una cancha tan complicada como grande: los 110 metros por 75 no aparecían como un dato menor. De todas formas, todas estas circunstancias eran detalles cuando llegaba el momento de jugar.
Y en esa instancia, como podía preverse, el conjunto brasileño tomó la iniciativa. Obligado a convertir, se paró en campo contrario y buscó lastimar por todos los medios. Sin embargo, no contaba con la precisión necesaria para romper el orden que hasta ese momento mantenían los argentinos. Boca no pasaba sobresaltos y, de contraataque, tenía espacios para crear peligro con la velocidad de Palacio. Riquelme, anulado.
Parecía nervioso Cruzeiro. Perdía en el mediocampo y no tenía claridad para inquietar a Caranta. Después de los tres cuartos de cancha, fallaba reiteradamente en la puntada final. Por esto es que el visitante no sufría el trámite. Incluso lo manejaba con serenidad. Lentamente, el juego se tornaba cada vez más disputado, trabado, friccionado. Esto le venía al pelo a Boca, que hacía el negocio perfecto. Jugaba lejos de su arco y esperaba a un rival que iba para adelante pero sin convicción.
A ambos les costaba una enormidad provocar una situación clara de gol. Los brasileños iban con paciencia pero terminaban siempre en un centro o un pelotazo. Y los dirigidos por Ischia, con el resultado global a su favor, dejaban el tiempo correr sin ningún apuro. Treinta y tres minutos debieron pasar para que alguno de los dos tuviera un mano a mano. Le tocó a Palacio, quien encaró en velocidad por el medio y llegó ante el arquero. Pero definió muy mal, desviado.
El delantero tuvo enseguida su revancha. Dátolo picó por el centro, abrió hacia la izquierda y el bahiense resolvió con categoría. Enganchó para el medio y metió un tremendo derechazo contra el ángulo superior izquierdo del arquero Fábio. Golazo para romper el cero y agigantarse en un estadio que se enmudecía. En la respuesta, Cruzeiro pudo empatar, pero la puntería traicionó a Moreno. Y Boca aprovechó la crisis del local para cerrar la etapa inicial con otra puñalada. Dátolo mandó un gran centro desde la izquierda y Palermo cabeceó a la red. El 2-0 empezaba a definir la historia. A decir verdad, dejaba a los brasileños muy cerca del nocaut.
Sonaba prácticamente a utopía la posibilidad de que el equipo de Batista hiciera cuatro goles, los que necesitaba para seguir en la Copa. A los once, le dio vida a su ilusión con una linda pirueta de Wagner, tras un tiro libre desde la izquierda en el que Caranta no salió bien. Faltaban tres. Boca se metía atrás y defendía una ventaja que parecía decisiva. Entre tanto, a algunos jugadores xeneizes se les empezaba a notar cierto cansancio, algo lógico teniendo en cuenta el desgaste realizado el último domingo frente a River.
Las esperanzas del local estaban depositadas, casi en su totalidad, en Wagner, por lejos el más técnico de su equipo. También en el boliviano Moreno, quien tuvo una clara por arriba pero reventó el palo izquierdo de Caranta. Como podía, Cruzeiro buscaba con desesperación el empate, aunque era puro empuje. Pura voluntad. Dentro de esta situación, dispuso de más de una ocasión para acortar la distancia, pero siempre fallaba en algo.
El paso del tiempo fue quitándole el sueño al conjunto brasileño, que veía cada vez más lejana la posibilidad de lograr la hazaña. Y esta sensación se potenció cuando Ramires fue expulsado tras una falta sobre Riquelme. Con superioridad numérica y pocos minutos por jugar, era realmente imposible que se diera el milagro del local. Así, Boca ratificó su hegemonía a nivel continental, dio muestras admirables de oficio y carácter, y construyó una clasificación indiscutible. En cuartos espera el Atlas de Brindisi, al que ya enfrentó por el Grupo 3. Pero esa será otra historia.
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